Enero 2023 Boletín informativo
“Juventud divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!…” ¡Cuántas veces hemos oído estos versos de Rubén Darío!
Muchos, sentirán añoranza de esta época, otros, desearían estar ya en ella pero aún les queda camino, y alguno que otro, estará entre los afortunados que forman parte de esta etapa de la vida. La juventud no es tanto un periodo de desarrollo, más bien, es una edad social. Es la transición entre la dependencia de la infancia y las responsabilidades del mundo adulto. Para la UNESCO los jóvenes forman un grupo heterogéneo y en constante evolución.
En general, la falta de experiencia, los jóvenes la suplen con su poder creativo, su carácter emprendedor y soñador y su afán por cambiar la realidad. Se encuentran en un periodo en el que debemos aprovechar sus características y no obviarlas, dándoles los recursos y apoyos adecuados para una participación activa. Son la “semilla” hacia los cambios, los principiantes de una vida en comunidad que buscan pertenecer y sentirse parte de ella.
¿Es o no es una simbiosis perfecta el voluntariado y la juventud?
Ser voluntario, conlleva elegir libremente formar parte de lo que ocurre a su alrededor en un marco organizado, poder intervenir activamente, no siendo meros espectadores. Potencia el trabajo en equipo y la asunción de compromisos con los demás, ayudando de manera altruista y solidaria a los grupos más desfavorecidos. Y como en la mayoría de los ámbitos, la imaginación y el entusiasmo son el motor principal, y esto a los jóvenes no les falta.
La ley de voluntariado así lo entiende y por ello trata de retar a las entidades para que abran proyectos a la participación de los más jóvenes. “Se deberán llevar a cabo en formatos adecuados y de acuerdo con sus capacidades y circunstancias personales, siguiendo las pautas marcadas por los principios de accesibilidad universal y diseño para todos, de manera que les resulten accesibles, usables y comprensibles”.