Hace ya una semana que acabamos nuestro último curso de monitores, como siempre hemos intentado transmitir a nuestros alumnos nuestros conocimientos, nuestras ganas de transformar la realidad desde el tiempo libre y la visión del ocio como una dimensión más de la persona que le permita crecer y desarrollarse en sociedad.
Creo que en este caso, las horas que han compartido entre las paredes de nuestra Escuela han sido muy productivas y tanto es así que (con su permiso, por supuesto), compartimos con todos vosotros este “bonito fragmento de curso” creado por nuestros alumnos para la clase de veladas. A través de esta actividad buscaron hacer un cierre del curso, bonito y emotivo, que involucrara a sus compañeros y a todo el equipo de VOLUNTARED. Ahí va…
EL BOSQUE DE VOLUNTARED
Según estudios japoneses el contacto con la naturaleza y los árboles proporciona felicidad
Vamos a entrelazar nuestras ramas como árboles que somos y darnos un abrazo.
Érase dos veces un curso de monitores-árboles a los que se les empezaban a caer las hojas porque llegaba el otoño. Nuestro bosque era muy diverso, había quien parecía un sauce, o un pino, un roble… poco a poco fueron entrelazando sus ramas y conociendo pequeños detalles de las cortezas de cada uno de ellos.
Una plácida tarde del mes de Noviembre llegó al bosque un vendaval que hizo que se cayeran una gran cantidad de hojas de los “árboles” de ese bosque. El vendaval también trajo gran cantidad de sentimientos que esos “árboles” han sentido durante el curso de monitores.
El otoño es una época de cambio y de crecimiento personal, así como te liberas de las hojas, te preparas para afrontar el invierno. Si alguna vez nos sentimos desnudos que mejor que nuestros compañeros “árboles” para que nos refuercen con sus palabras, sus miradas, su complicidad construida durante una intensa estación vivida en el bosque de Voluntared.
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